Golpe de estado a los ciudadanos españoles.

11 07 2012

Llevabamos mucho tiempo sin escribir por la sobresaturación de economía que llevamos en los últimos tiempos. Todo el mundo opina pero nadie tiene ni idea, ni de lo que pasa,  ni de lo que va a pasar.

Algunos tenemos claro por qué pasa: no se puede mantener lo que no se puede pagar. Y este macroestado tal y como está concebido por la Casta política parasitaria española, es infumable. A hora los ciudadanos pagamos los dispendios de estos sinvergüenzas.

Hoy, Rajoy,  el mayor estafador político de la historia reciente de España, acaba de incumplir las últimas cosas que dijo que jamás iba a tocar:

  • ‎Subida del tipo reducido del IVA del 8% al 10%, que pagaremos todos los ciudadanos en cosas muy básicas.
  • Subida del tipo general del IVA del 18% al 21% que también recae sobre las maltrechas economías de todos los ciudadanos
  • Subida de los impuestos especiales-medioambientales, ya hay CC.AA. que lo pagan, otro repago al desastre energético de este país.
  • Supresión de la deducción por vivienda que pusieron hace 6 meses y que ahora tienen que suprimir.
  • Supresión paga extra a funcionarios y menos días libres. ¿Y qué culpa tienen los funcionarios del desastre político español?
  • Reducción prestación de desempleo desde el séptimo mes. Encima apaleados….
  • Reforma de las pensiones. otra estafa para los que han estado cotizando toda su vida.
  • Se reduce un 30% el número de concejales. Medida para que el PPSOE se perpetúe en el poder en detrimento de los partidos pequeños.
  • Recorte de 600 millones en el gasto de los ministerios. ¿Y quién invierte?
  • Recorte del 20% en subvenciones a partidos y sindicatos. ¿Sólo del 20%? Deberían ser suprimidas al 100%.

¿Alguien ha visto el recorte de los sueldos, de las pensiones o de los privilegios de los diputados, senadores, o resto de casta parasitaria?

Ya no lo podemos decir más alto ni más claro: Elecciones Constituyentes ya y si estos no se van INSURRECCIÓN CIVIL.

¡¡Por la III República!!

 





Juan Carlos está desnudo.

17 04 2012

Artículo de opinión extraido del blog personal de Juan Pina (www.juanpina.com), Presidente del Partido de la Libertad Individual (www.p-lib.es).

Como en la conocida obra de Molière, la institución monárquica española ha quedado expuesta. Las vergüenzas que antes todos callaban aparecen ahora en los comentarios de los tertulianos y en los editoriales de los medios, incluso cuando la intención es de apoyo a la corona. Juan Carlos I el campechano está desnudo.

Durante estos casi cuarenta años de reinado, la institución apenas ha cambiado y seguramente no ha comprendido bien que la sociedad sí lo ha hecho. En los años del felipismo, de Boyer-Preysler y la beautiful people, del pelotazo fácil en el marco del falso milagro español, inducido por la inversión europea y por la expansión crediticia ilimitada, la institución era la guinda simpática de la nueva España que se sacudía la caspa y se presentaba remozada ante el mundo para decirle que ya no era different sino cool. Como el monarca más dicharachero hacía las delicias del pueblo llano y de los mandamases de fuera, todo le era perdonado. Había un consenso político y mediático para ocultar sus extraños negocios, de los que han salido escaldados unos cuantos empresarios de primera línea, y para silenciar sus juergas y amoríos, ejemplarmente soportados por esa gran profesional.

Pero al final todo cansa. Han ido pasando las generaciones de políticos, editores y tertulianos. Desde aquella singular pero duradera y efectiva alianza Ferraz-Zarzuela hemos llegado a las declaraciones de Tomás Gómez pidiendo la abdicación. Desde la reverencia arcaica e irracional que caracterizaba a nuestros conservadores, fundamentada en su rancio tradicionalismo y en el mal recuerdo de lo que en España significó la palabra “república”, hemos asistido a una significativa inversión de roles que hoy hace prácticamente más republicana a la derecha moderna que a la izquierda de siempre. Y desde la sacralización institucional hemos transitado hasta la pública retirada de las mordazas largamente autoimpuestas. Ya no es El Jueves, ya es el mainstream mediático, con la pintoresca excepción de los incondicionales de siempre.

Ser iconoclasta frente a tan obsoletos mitos y escéptico respecto a quienes los representan ya no es cosa de la izquierda radical sino de la gente común, con independencia de su adscripción política. Y, por supuesto, es también cosa deliberales. Ya era hora de que todo el mundo se desprendiera de la reverencia boba y cursi ante estos señores y adoptara una actitud más iconoclasta, que eso siempre higieniza. Ahora ya es la sociedad española en su conjunto la que señala a Juan Carlos con el dedo índice (cuando no le muestra directamente el dedo corazón) y le dice, como el niño de Molière, lo que antes no se podía decir por más que fuera un secreto a voces: que el rey está desnudo.

Y, bueno, pues todo esto requiere una reflexión sobre el futuro del armazón institucional del Estado. No hacen falta sesudos estudios ni complejas divagaciones. Lo único que hace falta es comprender que la corona no hace ninguna falta. Que no es necesaria. Que nos podemos desprender de ella con toda tranquilidad y sin que por ello cambie nada más, con independencia de los cambios que unos y otros desearíamos respecto a otras cuestiones, todas mucho más importantes.

El primero en entender todo esto debería ser Felipe Borbón. A este chico (me permito la confianza porque ambos somos de la quinta del 68) se le supone bastante bien formado culturalmente. Dicen que es inteligente y que es un hombre de su tiempo. Está muy viajao, estudió fuera, ha conocido la realidad política con una cercanía envidiable. Pues, caramba, él mismo debería ser el primero en comprender que la monarquía ya no sirve. Es el momento de demostrar ese inmenso amor a España que él y su familia siempre proclaman, haciéndole un último servicio: apartarse. En vez de esperar a que le echen, como a su bisabuelo, debería ponerse él al frente del proceso, abanderarlo y pasar a la Historia como el príncipe sensato que entendió que no hay príncipes y que España es un país moderno y normal que, si pudo necesitar coyunturalmente el anacronismo de restaurar la monarquía en pleno 1975, desde luego no necesita que eso se convierta en algo estructural.

No hace falta rey, pero voy más allá: no hace falta jefatura del Estado. El único jefe legítimo del Estado es cada uno de nosotros, no un rey por ser hijo de no sé quién, ni el titular de una presidencia monárquica a la francesa, por mandato jacobino de las masas. No nos hace falta una primera familia, ni de sangre azul ni de sangre roja. No necesitamos “mirarnos” en nadie, no tenemos la menor necesidad de un “jefe” máximo del país que nos dé su paternal ejemplo: escogemos nosotros, cada uno de nosotros, a quién deseamos emular y no es función del Estado ponernos ejemplos para decirnos cómo comportarnos. Es al revés: somos nosotros, sus dueños, los que le ordenamos al Estado cómo debe comportarse y le decimos lo que tiene que hacer.

Por lo tanto, no necesitamos un presidente revestido de solemnidades y misticismos propios de épocas pasadas. El Estado, mientras siga existiendo, debería ser apenas una pequeña estructura encargada de aquellas pocas cosas que, en esta fase del lento desarrollo civilizatorio, requieren todavía una gestión colectiva. Y la verdad es que para eso no hace falta colocar a un individuo-ejemplo en la cúpula honoraria de esa burocracia. No sólo no hace falta: es que resulta molesto porque simboliza una superioridad del Estado sobre cada uno de nosotros que no deberíamos tolerar, porque las ideas tienen consecuencias. Si la masa de papanatas quiere idolatrar a alguien, que se busquen actores y famosetes. Si por cuestiones de protocolo internacional hace falta un jefe del Estado, pues basta con que asuma esa función el presidente del gobierno o el del parlamento, o que rote entre los diputados como sucede en algún país antiguo y sensato, y ya está. No caigamos en el error de sustituir la monarquía por una república monárquica. Sustituyámosla por un paradigma (griego: “ejemplo”) mucho más acorde con la realidad: el de la soberanía de cada persona.





A 81 años de la II República y a pocos de la III República (esperemos…)

13 04 2012

Desde que la Dictadura de Franco terminó con la muerte del dictador en 1975, nuestro país ha deambulado por una inacabable «transición» a la democracia que no ha terminado de llegar a ninguna parte. La monarquía se restauró en virtud del mandato del dictador, en el mismo 1975, y se ratificó en el referéndum constitucional de 1978. Un referéndum convocado para aprobar una constitución elaborada sin proceso constituyente, en el que la monarquía se introdujo de rondón en la pregunta genérica sometida a consulta de los ciudadanos sobre el apoyo al cambio de régimen que ofrecía. La actual constitución se pretendió democrática, pero no ha conseguido serlo. Sin lugar a dudas en aquellos años y con la amenaza de otro golpe militar sobre nuestras cabezas, con mayor o menor fortuna, se hizo lo que se pudo.

Hoy, 34 años después, y sin haber alcanzado aún una democracia plena y de calidad, no ha cesado aún la transición y la corrupción va tomando carta de naturaleza en todas las instancias de la Administración del Estado y de algunos sectores de la sociedad española que incluso aplauden este deleznable comportamiento de sus dirigentes.

La forma de hacer política está cada vez más alejada de las preocupaciones reales de los ciudadanos, de tal forma que algunos de los problemas sociales y económicos más importantes de nuestro país, se han convertido en crónicos ante la falta de voluntad política para abordarlos y solucionarlos.

Como única obsesión, los dos partidos mayoritarios quieren mantenerse en el poder a cualquier precio, en contra muchas veces del interés general y del sentido común. Y mientras tanto parecen olvidarse de la situación real de nuestro país: tenemos las cifras de paro más altas de Europa, viviendas a precios inaccesibles, listas de espera interminables en hospitales y centros de salud, un sistema judicial lento e ineficaz, un sistema educativo deteriorado y cambiante, contratos basura y precariedad laboral, monopolios y oligopolios que campan a sus anchas, nuestro modelo territorial es fuente permanente de conflictos, nuestra economía, basada en la especulación y el ladrillo apenas resulta competitiva, el nivel de fracaso escolar es el más elevado de la UE, y la innovación e investigación científica brillan por su ausencia.

Las consecuencias son que las diferencias con los países de nuestro entorno no solo no se reducen sino que incluso se incrementan día a día: España presenta las mayores tasas de emigración y de paro de la UE,  en 2050 será el país europeo más envejecido del mundo y en 2020 será el país de la Unión Europea más afectado por el cambio climático.

Ante esta situación, los mejores cerebros y las personas más dinámicas de la sociedad se alejan de la vida política dedicándose a la actividad privada o incluso emigrando a otros países en busca de un clima social y político más receptivo a sus inquietudes personales y al progreso.

Por todos estos motivos creemos necesaria la implantación en nuestra sociedad de los valores republicanos, para dar importancia a conceptos como  libertad, igualdad, fraternidad,  justicia y laicismo.   Además de poner de manifiesto la vigencia de estos grandes ideales que siempre han animado a los republicanos en España se deben incorporar también buenas dosis de espíritu crítico, ya que tanto los republicanos como las Repúblicas Españolas  no siempre acertaron en sus análisis ni en algunas de sus actuaciones a lo largo de la historia.

Denunciamos una vez más el uso y abuso que de la República y lo republicano hacen malintencionadamente algunos. Los elementos fascistoides de cualquier signo que predican el sometimiento e incluso el exterminio de las personas, son  incompatibles con los valores de la República, la Democracia, la Libertad y la Justicia. Ya se han derramado suficientes litros de sangre en nombre de dios,  la patria, el rey, la nación, la lucha de clases y el paraíso obrero. Ahora toca pensar en los ciudadanos y en su bienestar, más aún en las penosas circunstancias económicas actuales que atraviesa España.

Salud y República.

¡¡¡Viva la República!!!





¿Por qué los republicanos no se afilian al PP?

14 03 2012
  • Porque en mi ADN político está presente la República como forma de Estado y vosotros defendéis la monarquía.
  • Porque habéis tenido 2 legislaturas y ahora otra para restablecer al menos moralmente, la dignidad de más de 130.000 personas asesinadas que están tiradas y desperdigadas por cunetas y tapias de cementerios y no habéis hecho nada.
  • Porque yo estoy harto de tener que pasear por calles dedicadas a conocidos asesinos culpables de crímenes de lesa humanidad, cosa impensable en cualquier otro país del mundo civilizado y tampoco habéis hecho nada.
  • Porque muchos de vuestros militantes representan al tardofranquismo que no se distingue precisamente por respetar los DD.HH., las libertades y la democracia.
  • Porque soy ateo y no creo que el estado deba financiar ni a la ICAR ni a ninguna otra confesión religiosa. El estado debería ser laico y neutral y no lo es.
  • Porque creo en la separación de poderes del estado y creo que a los jueces y fiscales así como a sus órganos jurisdiccionales, los deberían elegir los ciudadanos que son quiénes detentan la soberanía.
  • Porque creo en la tríada clásica republicana: libertad, igualdad y fraternidad.
  • Porque no creo en la ingeniería social que practicáis vía subvenciones destinadas a comprar votos y voluntades.
  • Porque creo que 1 ciudadano es 1 voto en cualquier lugar de España.
  • Porque no creo en el discurso que hacéis sobre la alternancia en el poder que degenera la democracia a simple partitocracia.
  • Porque habéis tenido varias legislaturas para cambiar el código penal y no consentir que los chorizos de guante blanco y los políticos corruptos se vayan de rositas y no habéis hecho nada (lleváis menos de 100 día y ya habéis indultado a un político y a un empresario corruptos y habéis quitado de en medio al detritus de vuestro partido en Valencia).
  • Porque seguís siendo de extrema derecha montaraz e incivilizada y no un partido conservador moderno como en el resto de Europa.
  • Porque seguís dando miedo cada vez que tocáis poder.
  • Porque las organizaciones son un fiel reflejo de sus dirigentes y en España, el nivel de corrupción es muy alto, fruto de la desvergüenza de la clase política y de la jefatura del estado en su conjunto. El sistema que estáis amparando es una fuente de corrupción interminable sin posibilidades de regeneración.
  • Porque en política, NO TODO VALE.





«Real» como la vida misma.

12 03 2012

No me resisto a omitir el texto que acompaña a esta imagen:

Una ardilla podría atravesar España saltando de gilipollas en gilipollas.